lunes, 5 de septiembre de 2011

Ibi & Payá. Una economía basada en el juguete.

Hay muchas razones por las que me gustaría conocer España: el Camino de Santiago, la Alhambra, la Sagrada Familia, el Thyssen, el Reina Sofía, entre muchas otras cosas; pero más allá de estos motivos tan clásicos y descontados — que son los mismos que atraen a millones de turistas — está uno muy especial:

Conocer Ibi.



¿Ibi?, dirán quienes no estén muy familiarizados con el mundo del juguete. Bueno pues, Ibi es una villa enterrada en una verde comarca alicantina, en la comunidad valenciana, con paisajes muy similares a los de algunas zonas de nuestra sierra peruana... pero con una caracteristica muy singular:

Cuentan los documentos que los años finales del siglo XIX eran bastante duros para los ibenses: Mientras en las mayores ciudades de Europa y América los habitantes disfrutaban de los lujos y progresos de la Belle Époque — o sea: la radio, la luz eléctrica, la vacuna contra la tuberculosis, la Aspirina® y, aunque no lo crean, la adictiva Heroína® de Bayer (en aquél entonces considerada como "analgésico y jarabe para la tos de los niños")— en Ibi, la vida (basada sobretodo en agricultura) se hacía cada vez más dura. La tierra cultivable era limitada y, para colmo, las cuencas que permitían regar los sembríos, habían quedado en manos de unas pocas personas. Se sumaba como consecuencia a la miseria de aquel entonces el flagelo del desempleo, pues, al haber tan pocas tierras, la mano de obra sobraba. Es en este clima que una familia de hojalateros, guiada por el padre, Raimundo Payá Picó (acuerdense de este nombre), vio la oportunidad. Estaba claro que si los ibenses pretendian seguir viviendo de la agricultura, iban a desaparecer. Urgía una diversificación industrial, pero, como casi siempre, los pocos potentados de la villa — que contaban con los medios suficientes — nunca se interesaron en hacer algo para cear empleo. El ingenio, casi siempre empujado por la necesidad, vino de la mano de personas humildes que buscaban superar ese momento tan difícil.



La familia de Raimundo Payá se dedicaba desde hace años a reparar instrumentos musicales, relojes y fabricar objetos de hojalata como regaderas, platos, moldes etc., hasta que un día tuvieron la gran idea de comenzar a fabricar minituras de estos objetos y venderlas como juguetes, para tratar de aumentar sus ingresos.

Señores, los espero en la próxima entrega si les interesa saber cómo los Payá transformaron Ibi...

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